El yoga es una disciplina que se originó en la India hace cientos de años con la que puedes alcanzar un gran bienestar físico y mental. Es un “regalo de India al mundo”, como dijo una vez el primer ministro de este país, Narendra Modi, y su popularidad es cada vez mayor en todos los rincones del planeta.
Si estás pensando en cómo iniciarte en este mundo y no sabes cómo empezar, aquí te doy algunos consejos y respondo a las preguntas que más me suelen hacer.
¿El yoga es para todo el mundo?
En el yoga intentamos ser flexibles, tanto con el cuerpo como con la mente, pero no a todo el mundo le tiene por qué gustar el yoga.
Al tratarse de una disciplina muy amplia, existe un abanico muy amplio de estilos y maestros para que puedas encontrar los que mejor se adapten a ti.
Hay personas que lo prueban y en seguida se sienten fenomenal practicándolo y otras que no. A veces simplemente no es el momento. Quizás en un momento de tu vida no encaje contigo pero si le das otra oportunidad o lo pruebas en otras circunstancias puede ser que lo que en principio no te haya funcionado, en otra etapa de tu vida sí que te sirva. Si lo has experimentado y no te ha terminado de gustar, yo no renunciaría a darle otra oportunidad en otro momento, pero sin ninguna presión. No tiene por qué gustarte el yoga a pesar de que sus beneficios estén ampliamente demostrados.
¿Hay un yoga para cada persona?
Es importante que antes de iniciarnos en el yoga sepamos qué características tiene cada estilo, así sabremos qué nos vamos a encontrar y no iremos con unas expectativas equivocadas. Hay que saber si queremos trabajar el cuerpo o si por el contrario preferimos algo más enfocado en eliminar el estrés.
Los diversos estilos de yoga son muy distintos unos de otros. Todos tienen una línea común, nos van a ayudar a mejorar en nuestra vida y a conectar el cuerpo y la mente, pero si somos personas muy dinámicas y nos cuesta bajar el ritmo es difícil que encontremos esta meditación en movimiento de la que habla el yoga si nos tienen demasiado tiempo parados, buscando el alineamiento de posturas y demás. En ese caso sería más interesante buscar un yoga más dinámico en el que las posturas se vayan siguiendo una detrás de otra.
También es posible combinar varios estilos. Puedes beneficiarte de lo que te aporta un estilo de yoga sin renunciar a que en otro momento te apetezca hacer tu práctica con otro yoga distinto.
El punto en común de todos estos estilos es buscar mejorar nuestra vida. Una de las frases que definen el yoga que ha llegado a nosotros es que “con el yoga se trata de acallar las fluctuaciones de la mente”. Es decir, alcanzar un estado de meditación a través del movimiento. Habrá personas más acostumbradas a explorar cada matiz de un “asana” o postura, irse colocando y sintiendo cómo modifica la postura y sus sensaciones y otras personas menos analíticas prefieren dejarse llevar por el movimiento y no tener que intervenir tanto con su control mental.
¿Las nuevas modalidades de yoga aportan beneficios nuevos?
Últimamente han surgido estilos muy novedosos. Algunos son simplemente mezclas o nombres comerciales. Todo lo que nos viene muy marcado por el mercado norteamericano tiene un fuerte componente de marca. A veces registrar un estilo de yoga es simplemente registrar una secuencia o un tipo de pautas que ha hecho un profesor determinado, que les ha puesto una etiqueta.
A mí me gusta ser flexible y tener una mente abierta en este sentido. Si al público que lo practica le sienta bien, entonces sí que ayudan porque al fin y al cabo se trata de eso, de que tú te sientas bien haciendo tu práctica.
Eso sí, es importante encontrar honestidad en lo que te ofrecen. Para el público, que cada vez está mejor informado, es conveniente ofrecer una versión sincera de lo que estamos impartiendo. Si es una modalidad de yoga nueva, occidental, es perfectamente válido porque realmente del yoga original hay muy poco, pero es conveniente explicarlo y decir si es un producto nuevo o una mezcla de estilos. De esa manera, el usuario va a saber lo que se va a encontrar, no le vas a intentar vender una cosa diferente a lo que estás impartiendo.
Hay que tener claro que el yoga ha evolucionado y va a seguir haciéndolo. Pero también hay que saber qué estamos haciendo, el origen y los objetivos que perseguimos. Así evitamos que nadie se sienta engañado.
¿El yoga nos ayuda realmente a vivir mejor?
Depende del profesor con el que tengas la suerte de practicar. Si te están enseñando un yoga que trata de conectar las distintas facetas que reúne y no se centra sólo en las posturas, te puede ayudar mucho.
Lo que ha llegado a nosotros, si hablamos de la conexión con la tradición, es que el yoga tiene varias ramas, varias líneas por las que puedes alcanzar esa mejoría y ese conocimiento de ti mismo, que es en definitiva la línea que ha seguido desde sus orígenes.
Se habla de ocho pasos en el yoga, y las posturas forman uno de esos pasos, pero hay más. Hay principios éticos (por ejemplo la no violencia, aplicada también contigo mismo), también es importante el control de la respiración, la meditación o el control de la alimentación. Todos buscan ese objetivo final de ser algo más que un individuo, se busca conectar con la conciencia que todos tenemos y nos hace formar parte de algo común.
Si el maestro es capaz de transmitirte esa conexión entre las posturas y la filosofía que hay detrás, ese yoga será más completo. Entonces no deberías frustrarte, sino todo lo contrario. A lo mejor ir poco a poco a través de las “asanas” o a través del yoga físico, que puede ser lo que te haya animado a practicar, puedes ir recibiendo otro tipo de pautas que puedes integrar. Así podrás encontrar el bienestar que muchos obtenemos del yoga, porque también trabaja nuestras emociones y nuestras actitudes.
¿Qué hay que saber antes de empezar a practicar yoga?
Lo primero es saber qué es el yoga. Quien busque solamente relax puede sorprenderse al ver que detrás hay también un trabajo físico. Si alguien busca algo muy desafiante porque ve fotos en las redes sociales y cree que es algo acrobático, a lo mejor se va a sorprender de que el trabajo es más lento de lo que pensaba y de que se trabaja con un respeto a cuerpo, sin forzar los límites.
Es decir, lo primero es saber qué es lo que vas a hacer. Después deberías escoger el estilo que te gusta, probando para ello varias modalidades y varios instructores. Es muy importante la conexión con tu profesor. Y también es importante dialogar contigo misma y ser sincera en cuanto a las expectativas que tienes. Si quieres una mejora física y quieres tener un cuerpo más fuerte y atlético te acercarás a un yoga más físico. Si buscas algo más holístico, más general, te acercarás a otro tipo de yoga sabiendo que se trata de un trabajo lento y que necesitarás un tiempo hasta alcanzar esos resultados. El yoga no es magia, no es empezar a practicarlo y sentirte flotar por encima del universo sino que es un trabajo que vas a hacer también fuera de la esterilla. Si das ese paso porque quieres sentirte bien y conectar con algunas facetas tuyas, es todo un descubrimiento, un trabajo que probablemente empezarás con la práctica de las posturas y que continuarás después desarrollando poco a poco.
Por lo tanto, yo recomiendo paciencia y disfrutar del recorrido. Estamos muy influidos por la expectativa de éxito en cualquier actividad que realizamos, queremos acertar, hacerlo bien, pero en este caso debemos prestar atención al proceso, a cómo te vas sintiendo, a qué te vas encontrando en ese descubrimiento de tu cuerpo, tus posturas, tu respiración. Lo importante es disfrutar del tiempo que hayas empleado en la práctica del yoga, sea mucho o poco.
¿Practicar yoga implica cambiar otras facetas de nuestra vida?
La práctica del yoga se asocia a una vida saludable. ¿Todo practicante debe cambiar otros aspectos de su vida, como la alimentación, conciencia ecológica, etc. o es algo a lo que se llega con la práctica?
Eso es un recorrido muy personal y no es algo indispensable. No todos los practicantes de yoga tienen que ser vegetarianos ni seguir unas determinadas pautas de vida. Es verdad que el yoga te va llevando a hacerte preguntas y te va inspirando. Muchas veces obtienes sobre todo una inspiración al sentirte bien. Cuando algo te hace sentirte bien tratas de mantenerlo. Si alguien te da una pauta de alimentación que te hace sentir mejor la integras en tu vida como algo beneficioso. Sería complicado sentirte bien en la esterilla y luego llevar una alimentación horrible y perjudicarte por otro lado.
Al final vas buscando cierta coherencia en lo que haces. Eso te lleva a que muchas veces la persona que practica yoga va asumiendo hábitos de este tipo. Pero no es imprescindible, cada persona debe sentirse libre para tomar del yoga aquello que encaje con su personalidad y con sus ideas.
¿Qué me aporta a mí el yoga?
Todavía lo estoy descubriendo porque es un camino tan apasionante que no dejas de sorprenderte a medida que avanzas. Al principio, el atractivo más potente que tuvo el yoga para mí fue encontrar que era un trabajo corporal (algo a lo que yo ya estaba acostumbrada por la danza y por el pilates) pero con un enfoque muy armónico.
En las demás disciplinas siempre había un desequilibrio, algunas zonas se trabajaban más que otras, los objetivos iban encaminados a un fin muy concreto. En la danza siempre se practica con un estado mental de desafío, de ir más allá de tus límites, con poco amor hacia tu propio cuerpo. Cuando no llegas a hacer lo que debes, te frustras, te da rabia no tener el cuerpo para hacer determinadas cosas. Pero en el yoga encontré mucha paz en ese sentido, era como reconciliarte con tu cuerpo e ir integrando todo este conocimiento del movimiento, que me resultaba tan familiar, pero con mucha más madures.
Llegar al yoga era como llegar a casa, una sensación de confort, de haber encontrado mi sitio. Esto es lo que me enganchó. Luego, a medida que lo voy practicando voy descubriendo la ayuda que supone para mi vida cotidiana. Practicar yoga me ayuda a sentirme bien, a respirar mejor, a darme cuenta de cómo la respiración me influye para sentirme de una manera o de otra y de la enorme conexión que tiene el cuerpo con la mente. Lo voy experimentando en mis propias carnes y se ha convertido en un hábito porque lo necesito. Es como una herramienta que voy a usar para ayudarme en determinadas situaciones.
El yoga me está aportando muchas cosas buenas y lo va a seguir haciendo porque todavía considero que tengo mucho camino por recorrer.
¿Quieres saber más sobre este tema?
Escucha nuestro podcast, episodio nº 3