Llega la primavera y a pesar de que ahí fuera todo despunta e invita a la expansión, en ocasiones nuestro cuerpo responde en sentido contrario y parece que nos cuesta dar cada paso. ¿Qué nos está ocurriendo? Estamos acostumbrados a etiquetarlo como ‘astenia primaveral’ pero, ¿qué es realmente?, ¿es una patología?, ¿es algo psicológico? , ¿por qué a algunas personas les afecta más que a otras? Vamos a ayudarte a entender de qué se trata y, si eres de los afectados, no te preocupes, esta primavera tendrás más recursos para salir victorioso de este conjunto de síntomas que a veces pueden ser realmente molestos.
¿Qué es la astenia primaveral?
Es un conjunto de síntomas que se producen en nuestro organismo con el cambio de estación (y de los ciclos del propio cuerpo). Es la incapacidad de nuestro cuerpo para adaptarse a este cambio.
Venimos del invierno, en el que somos más sedentarios, nuestra alimentación no es tan fresca y sufrimos más patologías porque nuestro cuerpo está más intoxicado. De repente nos tenemos que adaptar a cambios de temperatura, de ritmos de luz y de ritmos vitales en general y eso altera a nuestro organismo, que se ve incapaz de adaptarse a la nueva situación. La sangre intenta desintoxicarse, cosa que hoy en día es menos sencillo que antaño porque nos intoxicamos más, el cuerpo tiene que hacer un esfuerzo mayor y, por lo tanto, acusa este desgaste.
¿Por qué unas personas lo acusan más que otras?
Depende de cómo lleguemos a la primavera. Si nuestro cuerpo llega muy desgastado porque sistema inmunológico está muy debilitado lo más probable es que nos cueste más adaptarnos a este cambio.
Debemos tener en cuenta que hay un cambio en la producción de hormonas y que los neurotransmisores se pueden alterar debido a los cambios de temperatura, ritmos, luz, etc. Si no llegamos con nuestro organismo fuerte es más probable que suframos cansancio, alteraciones del sueño e incluso una sensación general de tristeza. Un dato importante es que a pesar de que las mujeres parecen acusarlo más, la astenia también afecta a muchos hombres.
Síntomas más comunes y otros factores
Lo más habitual es una sensación de agotamiento, de falta de energía en general: como si todo costase más; pero como estamos acostumbrados a acumular agotamiento, es posible que no nos cause una gran alarma e incluso nos resignemos porque sabemos que es “lo que toca”. No está de más hacerse una analítica para saber cómo están nuestros niveles, y a partir de ahí podemos tratar de descifrar si, efectivamente, nos está afectando el cambio de estación o puede ser otra cosa.
Hay que tener en cuenta que la astenia se produce en una época del año en la que tenemos frecuentes reacciones al polen, al sol, y algunas sustancias que nos causan dermatitis o asma. Todo esto aumenta en primavera y nos puede confundir o mezclarse con los síntomas propios de la astenia primaveral.
Alteraciones del ánimo
También es frecuente experimentar ciertas alteraciones del ánimo. Todos los fenómenos que incluye el cambio de estación pueden generar cambios hormonales: nuestro sistema endocrino necesita adaptarse y eso provoca picos de alegría y vitalidad (y con ello también de fogosidad) o picos de decaimiento, tristeza y necesidad de aislamiento. Cada persona lo acusa según la respuesta de su cuerpo, no es algo voluntario.
Nuestras hormonas influyen mucho en nuestro estado de ánimo en esta etapa del año. La primavera es una explosión de estímulos que nos obliga a aumentar nuestro ritmo vital y eso cada persona lo encaja de un modo distinto.
¿Se puede prevenir la astenia primaveral?
La mejor prevención para superar los síntomas de esta etapa es prepararse durante todo el año y tratar de llevar una alimentación sana, un ritmo de vida saludable, buenos hábitos, una vida activa, exponernos a la luz (aunque sea invierno) y cuidar nuestro sistema inmune, ya sea a través de suplementación natural, aromaterapia, una alimentación completa u otros métodos.
Recursos para sobrevivir a esta etapa y reducir sus síntomas
Si ya estamos de lleno sufriendo las incomodidades de este cambio de estación tan virulento, podríamos (como mencionábamos anteriormente) hacernos una analítica para ver en qué situación nos encontramos. Puede que necesitemos alguna suplementación y gracias a esta analítica sabremos qué es lo que más nos conviene.
Entre los recursos más sencillos con los que podemos contar para ir mejorando nuestra resistencia a estos cambios estarían los siguientes:
- “Oxigenarse” cada día (salir a caminar, respirar al aire libre…) y tratar, dentro de lo posible, de dejar el estrés de lado (por muy difícil que nos parezca).
- Incluir hidratos de carbono de absorción lenta (evitando los alimentos refinados o procesados), especialmente al comienzo del día (los copos de avena en el desayuno nos vendrán muy bien porque nos darán energía durante toda la mañana).
- Para las cenas, escoger alimentos protéicos (de origen vegetal o animal, según nuestra preferencia) porque durante la noche nos ayuda a reparar los tejidos y a no levantarnos agotados a la mañana siguiente.
- Incorporar alimentos ricos en magnesio (frutos secos, yogur, cereales integrales, zanahorias, legumbres semillas, mijo, avena, etc.) porque durante el día nos ayudan a equilibrar nuestros ritmos, nos mantienen con energía y durante la noche nos ayudan a dormir bien.
- Escoger alimentos ricos en triptófano para descansar mejor (vegetales de hoja verde, pescado azul, huevo, garbanzos, guisantes, lentejas..)
- Eliminar o reducir el consumo de excitantes como la teína o la cafeína, los azúcares y debemos evitar los hidratos de carbono en la tarde-noche.
La suplementación puede ayudar
En cuanto a la suplementación, si optamos por dosis adecuadas y productos sin efectos secundarios, podemos escoger entre ayudarnos con:
- jalea real fresca por la mañana (una cucharada es suficiente),
- levadura de cerveza o germen de trigo añadido a cremas y batidos para darnos un buen impulso energético
- Suplementos a base de hongos como el córdiceps, que ayuda a regular el sueño, combatir la astenia y la fatiga extrema (está disponible en cápsulas muy concentradas que se compran en tiendas de suplementación; dan muy buen resultado y no tienen efectos secundarios).
En caso de dudas siempre es bueno que nos oriente un profesional, también en el caso de sufrir otras patologías (de tensión, renales, etc.) para que nos adecúe el tratamiento.
La suplementación con oligoelementos (oligoterapia) resulta también muy segura y eficaz. Para la astenia primaveral son muy buenas unas ampollas de magnesio o de manganeso-cobre que se toman en ayunas (una o dos según sea nuestro nivel de fatiga). En los oligoelementos lo importante no es la cantidad que tomemos sino la biodisponibilidad que tiene nuestro cuerpo de estos elementos esenciales para la vida. Son elementos que ya tenemos en nuestro cuerpo y esta terapia ayuda a nuestras células a obtener estos elementos, los oligoelementos actúan como guías para nuestras células.
El ejercicio físico: un gran aliado
El ejercicio a intensidad moderada es muy positivo porque regula los neurotransmisores y nos ayuda a centrarnos. Ejercitarnos nos ayuda a poner en orden no sólo nuestro cuerpo sino también nuestra mente. El mejor ejercicio es el que forma parte de nuestros hábitos porque ya lo tenemos incorporado el resto del año, así que en primavera lo que podemos hacer es mantener nuestra rutina (no dejarla a un lado por sentirnos más cansados) pero adaptarla para que sea más asequible. Podemos ser más ‘indulgentes’ y escuchar a nuestro cuerpo. Si es momento de bajar la intensidad, no hay por qué resistirse. Lo importante es mantener ese ritmo y constancia con nuestra actividad física.
Precisamente en primavera lo que puede ocurrir es que nos volvamos más ‘exigentes’ en cuanto a nuestra capacidad de ejercicio: nos preocupa llegar al verano con buen aspecto y a veces queremos ‘recuperar’ el tiempo perdido. Pero justamente debemos hacer lo contrario: escuchar a nuestro cuerpo y hacer el ejercicio que nos haga sentir bien pero de una forma suave. Si estamos más cansados no pasa nada por reducir durante un tiempo la carga de ejercicio.
Hay que ser amable con nuestro cuerpo, facilitar los cambios de estación, adaptar las sesiones, el tipo de ejercicio y tener en cuenta el entorno. Si sospechamos que tenemos alergia no es recomendable hacer mucho ejercicio al aire libre. Tampoco debemos subir la intensidad en lugares muy calurosos cuando notemos la tensión más baja y, en general, debemos ser generosos con nuestro cuerpo. La mente nos hace exigirnos más pero debemos ser prudentes.
Una etapa de cambios de la que también aprender
En resumen, la astenia es un grupo de síntomas que nos pueden sobrevenir con la llegada de la primavera pero que no suelen revestir gravedad. Hay factores innatos que harán que la astenia nos afecte más o menos, pero también hay un amplio abanico de cosas que podemos hacer para prevenirla e incluso tratarla. Ser muy conscientes de que el cuerpo puede acusar la transición entre estaciones nos va a ayudar a entender qué ocurre y a poder encontrar recursos para sentirnos mejor, sin luchar ni resistirnos a los cambios y a esta sintomatología que podemos escuchar, atender y atenuar.
Os invitamos a escuchar estos consejos en nuestro podcast, en el Episodio 02.